No creía en nada y me encontré contigo. Y todo vuelve a cobrar sentido
La primera vez que me sonreíste recuerdo pensar “joder, podría quedarme en este momento”, como una bala, atravesó el espacio entre tu y yo, como un disparo a quemarropa.
La primera vez que reíste a carcajadas, por mi, pensé “joder, no se está nada mal aquí”. Fue como si llevara mucho tiempo en silencio y no lo supiera, y tu risa inundó ese vacío del que no era consciente.
La primera vez que me abrazaste pensé “joder, me siento como en casa”. Pusiste en marcha todos mis sistemas.
La primera vez que nos dimos la mano pensé “joder, parecen hechas a medida”. Fue como si encajara una pieza del puzzle y le diera sentido por primera vez.
La primera vez que nos besamos pensé “joder, es aquí donde quiero estar”. Y entonces lo supe.
La primera vez que escuché tu voz en formato gemido pensé “joder, quiero que esta sea la banda sonora de cada dia” Y como un peregrino recorrer cada centímetro de los caminos de tu cuerpo.
Supe que iba a apostarlo todo, al rojo, en la ruleta, en ti.
Hasta el final, como el soldadito de hierro bailando de pie en la batalla.